En Recetas Nestlé® te damos algunas ideas para cocinar la pechuga, las alas y los muslos
El pollo es una de las comidas más consumidas en el mundo, por eso existen todo tipo de recetas y sabores para jugar. Acá te vamos a contar sobre algunas preparaciones con pollo, divididas en los diferentes cortes que ofrece este animal.
Las partes del pollo
Antes de empezar a hablar de los sabores y los ingredientes que podemos usar para que los pollos que cocinemos sean toda una fiesta para el paladar, vamos a repasar los diferentes cortes de pollo.
Cuando hablamos de estos, nos referimos a las partes de este animal que podemos consumir y, por ende, tenemos la oportunidad de cocinar con distintas técnicas y métodos.
También vale la pena aclarar que, a diferencia de la carne de res, que se puede cocinar dejando algunas partes rojas y crudas, las preparaciones con pollo no tienen término medio o tres cuartos, sino que siempre debe quedar bien cocinado en su interior.
La pechuga de pollo
Una de las partes del pollo más populares, en especial, por la buena cantidad de carne que trae. Por esta razón es que es muy común no cocinarla entera, sino partirla para aprovecharla mejor.
Cada pollo tiene dos pechugas, cuando una pechuga de pollo es cortada por la mitad, tenemos dos supremas. Al partir las supremas en tamaños iguales, el resultado son los filetes. Estas piezas son las que se suelen usar, por ejemplo, para preparar pollo apanado, también conocido como milanesa.
Las pechugas de pollo se pueden encontrar de distintas formas: con piel, despellejadas, con huesos o sin estos, así como cortadas de algunas de las formas que explicamos en el párrafo anterior.
Las alas de pollo
En la cocina es común hablar de unas “alitas” de pollo debido a la popularidad que tiene esta parte, en especial en su versión más pequeña, que suele brillar en todas las reuniones alrededor de eventos deportivos. No podemos negar que es una combinación estupenda.
Como es una de las partes más pequeñas, no suele tener mucha carne, aunque es más jugosa que la pechuga. Por eso es muy normal comerla con salsas hasta terminar “chupándonos los dedos”. Por su tamaño, las alitas tampoco son grandes protagonistas en una comida, sino que funcionan mejor como un complemento.
Los muslos de pollo
Llegamos a esa parte del pollo que tiene un equilibrio espectacular entre el sabor, la textura y los jugos. Hablamos de los muslos. Por un lado, como no tienen una carne tan tierna como la pechuga, funcionan muy bien para preparaciones que requieran de una cocción larga.
Por el otro lado, cuando nos referimos a los muslos, hablamos de una pieza con hueso, lo cual aporta un sabor espectacular a la carne de esta parte. Claro, también es posible retirar el hueso, pero seguramente se va a notar la diferencia.
Las menudencias o sobras del pollo
Es posible que en algún momento escucharas a tus padres o abuelos hablar de las menudencias del pollo, haciendo referencia a un caldo o sopa. Esto significa que se está hablando de todos esos órganos o partes del animal que no se suelen cocinar en grandes cantidades.
Es decir, nos referimos a al corazón, el hígado, la cresta y la molleja. Lo más normal es aprovechar las menudencias para darle sabor a un caldo, un consomé o una sopa, pero también es posible comerlas en otras preparaciones, como mollejas con salsa o corazoncitos salteados.
Aunque el pollo no nos da esa opción de tener distintos puntos de cocción, la mejor forma de aprovecharlo es pensarlo como un lienzo en blanco al que podemos llenar de combinaciones de todo tipo de sabores.
Como estamos hablando de una carne que por sí sola no tiene un sabor muy fuerte o especialmente sobresaliente, podemos pintarla con todo tipo de ingredientes para sorprender a nuestras papilas gustativas.
Simplemente piensa en la comida que más te gusta. ¿Tiene elementos ácidos? ¿Hay un toque de picante? ¿Deja un sabor dulce en la boca? ¿Sientes un poco de amargo hacia el final? Todo esto lo puedes incorporar a las diferentes partes del pollo. Estas son algunas ideas.
Cómo cocinar las pechugas de pollo
Comenzamos nuestro viaje de sabor por el mundo del pollo con la parte más carnuda de todas: la pechuga. Sin embargo, sabemos que uno de los inconvenientes que tiene es que a veces puede quedar demasiado seca. Por eso, queremos que ese sea nuestro punto de partida.
Una pechuga jugosita
No existe únicamente un método para que la pechuga de pollo quede jugosa, así que aquí te contamos algunos.
- Sellar a la plancha: si vas a preparar una pechuga a la plancha, la mejor idea es asarla primero a un fuego alto durante 30 segundos por cada lado, luego bájalo y continúa cocinando como siempre. A esto se le llama sellar, crear una costra que evita que el pollo pierda sus jugos.
- Déjala reposar: una vez termines de preparar tu pechuga, es importante que la dejes reposar un par de minutos antes de cortarla, así va a tener tiempo para reabsorber algunos de sus jugos.
- Ponla a marinar: cómo dice la frase popular, acá estás matando dos pájaros con un solo tiro. ¿Qué quiere decir marinar? Es dejar el pollo, en este caso la pechuga, en un líquido con ciertos ingredientes. Dependiendo de los ingredientes, estos le van a dar sabor a la pechuga. Además, y este es el segundo pájaro, también la deja más jugosa.
La mejor pechuga de pollo
- A la plancha: este método se suele usar con los filetes, aprovechando que son más delgados. En este caso recuerda sellar ambos lados para que te quede jugosa.
- En brochetas: aprovecha el tamaño de la pechuga y córtala en cubos. Cocínalos al horno, a la plancha o a la brasa, como prefieras, y sírvelos con rodajas y dados de verduras y/o papas.
- Al horno: cuando quieras preparar una pechuga de pollo en el horno, te recomendamos marinarla primero para evitar que quede muy seca. También puedes usar tus especias favoritas para potenciar el sabor. El tiempo de cocción puede variar dependiendo de la receta, pero en 30 minutos puedes tener una pechuga bien cocinada.
- Pechuga rellena: una de las mejores cualidades de esta parte del pollo es su tamaño, el cual nos permite darle rienda suelta a la creatividad para todo tipo de rellenos. Podemos hacer un pollo hawaiano con piña, jamón y queso, o darle un giro balanceado con espinacas y ricota.
- Pechuga apanada o milanesa:en este caso es necesario un trabajo un poco más largo, pero que tiene su recompensa en el sabor. Para lograrlo, es necesario cubrir la pechuga, primero, con huevo, y después con harina. Esto crea esa capa externa y deliciosa. Al final, puedes cocinar tu pechuga en aceite o la freidora de aire.
- Pechuga gratinada: el queso es un ingrediente muy común que puede dar un giro espectacular. En el caso de la pechuga, añadir una capa de queso para que se derrita en el horno es una idea sencilla y deliciosa.
Cómo cocinar las alitas de pollo
Unas buenas alitas son una comida perfecta para compartir con amigos. Además, son muy versátiles, puesto que las podemos preparar al horno, freírlas o asarlas. También son geniales para untar con algunas salsas, la excusa perfecta para chuparse los dedos.
- Alas con salsa BBQ: cualquiera puede comprar una salsa BBQ en el supermercado, pero una versión casera definitivamente es más balanceada. También puedes usar una salsa que compraste y darle tu propio giro con tomates, cebolla, pimiento y pimienta.
- Alas al estilo Buffalo: un verdadero clásico cuando hablamos de las alitas, en especial para ver un partido de fútbol, béisbol o tu deporte preferido. Se trata de una salsa que nació en Estados Unidos, con un sabor agridulce y un toque de picante.
- Alas al estilo oriental:acá el gran protagonista es el sabor de la salsa soya, aunque también suele tener otros ingredientes para potenciar la experiencia, como puede ser miel, jugo de limón, ajo o vinagre. Unas semillas de ajonjolí son la decoración perfecta.
- Alas al estilo teriyaki:ese toque dulce y caramelizado que entrega la salsa teriyaki contrasta de forma espectacular con un sabor salado como la carne de pollo.
Cómo cocinar los muslitos de pollo
Terminamos nuestro repaso por las partes del pollo y sus diferentes preparaciones con los muslos. Acá puedes cocinarlos con o sin piel, dependiendo de tus gustos. Si te gusta dejarla, seguramente te encanta el pollo bien dorado.
- Guiso de muslos de pollo: una de las mejores opciones para llenar de sabor un pollo es cocinarlo en un guiso con todo tipo de verduras y algunas papas.
- Pollo tandoori: una preparación muy popular del sudeste asiático. El tandoori es una mezcla de especias que incluye cilantro, comino, cardamomo, laurel, pimienta negra, ajo, cebolla y jengibre.
- Muslos estilo thai: esta opción es para experimentar con todos los sabores. El toque picante del jengibre y el curry se mezcla muy bien con ese aporte ácido del jugo de limón o jugo de naranja. Un elemento más crujiente, como maní, también queda estupendo.
Un pollo con la piel crujiente
Te compartimos algunos consejos para que tus muslos queden con la piel más dura, un juego de texturas maravilloso.
- Asegúrate de que las piezas de pollo están totalmente secas.
- Puedes marinar los muslos con ingredientes que tengan azúcar, como miel o salsa teriyaki. Esto ayuda a que quede bien dorado.
- Cubre la parte externa con una pincelada de aceite.