Desde la importancia de un buen caldo, hasta encontrar la textura perfecta, en Recetas Nestlé® te ayudamos a preparar las mejores cremas caseras
A veces pareciera que las cremas caseras son menospreciadas. Son pocos los casos en los que alguien levanta la mano para decir que una buena crema hace parte de sus preferidos.
La verdad puede ser una buena guarnición para cualquier comida, en cualquier momento del año. En Recetas Nestlé® te compartimos algunos consejos que mejorarán el sabor y la textura de tus cremas caseras.
1. Hablemos del caldo
Es común que las cremas caseras se preparen simplemente con agua, pero un buen caldo puede hacer toda la diferencia.
Hay dos grandes actores que ayudan.
1. Los vegetales.
2. Los restos de animales, como los huesos del pollo o la carne, y las espinas de pescado. Evita los ojos, las escamas u otras partes que puedan diluirse.
Dependiendo del caldo y la crema que quieras cocinar, la cantidad los ingredientes varía, pero es recomendable que utilices ambos productos.
Si lo que buscas es un caldo específico, por ejemplo de cebolla, tendrás que echarle más cebollas que cualquier otro vegetal. Si simplemente quieres un caldo con buen sabor, asegúrate de tener un equilibrio entre las verduras que utilices.
Cantidad, temperatura y tiempo
En cuanto a la cantidad, 100g de cada vegetal a utilizar, funciona para un kilo de restos de animales. Es decir, piensa en unos 400g o 500g de vegetales en total. Por ejemplo, si vas a usar cinco verduras para un caldo con bastante sabor, 100g de cada una de las siguientes: cebolla, zanahoria, apio, puerro y zucchini.
También es importante que estés atento a la temperatura. Cuando se forme una capa de espuma en la parte de arriba, quítala con una espumadera. Ahí están las impurezas de los vegetales y restos animales.
Si tu caldo es de pescado, en unos 20 minutos estará listo. Si es de verduras tendrás que esperar una hora, y si es de carne podría tardar hasta cuatro horas. Ten en cuenta estos tiempos si vas a mezclar diferentes ingredientes.
Cuando el caldo esté listo, cuélalo a una olla distinta, que esté totalmente limpia. También quítale la grasa. Lo más sencillo es hacerlo cuando esté frío, ahí vas a ver claramente cuál es la grasa.
2. Secretos de las verduras
Después de asegurar un caldo exquisito, podemos jugar con él en distintas cremas caseras. Ya te olvidaste de simplemente utilizar agua, pero también se puede experimentar con los vegetales para realmente aprovechar su sabor.
Es clave que te asegures de que todos los productos estén frescos y limpios.
Hay un truco muy sencillo para que tu crema de verduras realmente sea una fiesta en tu paladar. Antes de llevarlas al agua, déjalas sofreír unos minutos, ya sea con aceite de oliva o mantequilla. Esto ayuda a realzar sus sabores una vez se mezclen con el caldo.
Aprende a mezclar el caldo y la crema
Sin embargo, es importante que la crema vaya de la mano con el caldo. Eso también depende de tus intenciones. Si quieres que sobresalga un sabor, la crema casera y el caldo pueden ser del mismo ingrediente, o también puedes jugar con los contrastes, un caldo amargo de alcachofa puede complementar una crema de calabaza, que es más dulce.
Otra idea que te podría ayudar a la hora de mezclar verduras para tu crema (cuidado: no hablamos del caldo con la crema, sino de la crema per se, el sabor principal) son los colores. Un tip que te dejamos es utilizar las del mismo color. Por ejemplo, calabaza con zanahoria saben muy bien juntas, así como brócoli y espinaca.
3. La textura perfecta de las cremas caseras
Las verduras también son fundamentales a la hora de darle textura a tus platos. Ya es una cuestión de gustos.
Quienes prefieren tener pedacitos de vegetales en su crema, pueden dejarlas en la licuadora por menos tiempo y a menos potencia, mientras que si se busca que sea totalmente cremosa, hay que aumentar la velocidad y el tiempo.
Ingredientes que te van a ayudar a darle textura
La papa, por su parte, puede ayudarte también a texturizar las cremas en la licuadora, pero debes tener cuidado porque podrías fácilmente usar de más y terminar con una mezcla grumosa.
Si ese es el caso, simplemente puedes añadirle más caldo para que se vuelva un poco menos espesa. Incluso podrías variar y experimentar con la yuca, que también puede cumplir la misma función.
Para darle un toque más cremoso añádele queso, mantequilla, crema de leche o incluso yogurt griego. Pero si vas a utilizar un lácteo que seguramente estaba en la nevera, debes esperar un rato hasta que esté a temperatura ambiente. Al mismo tiempo, si vas a añadirlo a la olla caliente durante la preparación, baja un poco el fuego.
También debes revolver muy bien los lácteos, usando un batidor o una cuchara grande. Y no ayuda únicamente para esa textura cremosa, sino que también le da un sabor distinto. Este equilibrio en las temperaturas es muy importante para que no se formen grumos o incluso se corte la crema.
Si eres intolerante a la lactosa, de todas formas hay una buena variedad de opciones. La leche de coco, de arroz, de avena o de soya puede cumplir la misma función, pero recuerda que debe estar a temperatura ambiente.
4. Profundicemos en los sabores
No existe una regla universal sobre el uso de la sal en las cremas. Hay quienes la añaden tras sofreír las verduras, otros la ponen únicamente al final para realzar los sabores, y algunos la usan a la hora de triturar los vegetales.
Más allá de tu preferencia, lo fundamental es hacerlo en cantidades moderadas. Como en las cremas caseras estamos cocinando con varios sabores, excederse con la sal puede arruinar el plato, así que ten cuidado.
Si te llega a suceder, la puedes contrarrestas con uno de los lácteos que mencionamos arriba.
Más allá de la sal
Para darle un toque aromático, la albahaca es una gran compañera. Puedes agregarla al momento de usar la licuadora o al final, así como el romero. El laurel, el cilantro y el tomillo puedes añadirlos al caldo.
El jengibre, la cúrcuma o el curry también le van a dar un toque distintivo a tus cremas, y no tengas miedo de experimentar con la pimienta.
En este juego de sabores también participan las texturas, así que si quieres añadir al final unas nueces o marañones, no solo le darán un sabor único, sino que el contraste crujiente con la crema es un deleite dentro de tu boca.
También puedes jugar con sabores ácidos o picantes. Una pizca de jugo de limón o de su cáscara rallada puede hacer sonreír a tus papilas gustativas, al igual que una salsa picante o un poquito de ají.
Una buena salsa soya también le dará su propio sabor, pero ten en cuenta que es bastante salada, así que utilízala por moderación si ya usaste sal.
Cuando ya sirvas tu crema casera, un poco de queso rallado a cada plato le entrega textura una vez se derrite, más un sabor que funciona muy bien con la crema de calabaza o cebolla.
Con estas ideas, no solo el sabor de tus preparaciones estará lleno de capas y matices, sino que tendrá una presentación que sorprenderá a quien te acompañe en la mesa.
5. Cómo conservar tus cremas caseras
Las cremas funcionan muy bien para guardarlas en el congelador y comértelas durante la semana, sin embargo, es mucho mejor si las separas por porciones antes de meterlas al congelador. No es muy buena idea estar congelado y descongelando la misma comida todos los días.
Sin embargo, es recomendable que no guardes las cremas que tienen lácteos o papas, ya que una vez se congelen afectarán la textura cuando la vayas a comer descongelada. No es que se vayan a dañar, pero tendrás que volverla a pasar por la licuadora o batir con mucha fuerza para volver a tener una crema homogénea.
Es fundamental que la dejes enfriar antes de meterla al congelador, y que los envases en donde la vas a guardar sean herméticos. Cuando la vayas a comer, sigue el proceso de enfriamiento. Pásala primero al refrigerador y después sí sácala a temperatura ambiente.
Luego ponla en una olla y déjala calentar a fuego lento, mientras la revuelves. Es posible que tengas que usar una batidora para volver a llegar a la textura ideal. Y pruébala antes de echarle sal o cualquier otro condimento, ya que una vez se congela los sabores se concentran.
Si dejas tu crema en el refrigerador, únicamente tendrás unos cuatro días antes de que se dañe. Si la congelas, podría durar hasta tres meses, así que ahí tienes un buen plato para el día que no tengas tiempo o ganas de cocinar.